Activistas
Ignacio Pantoja, activista con Trastorno del Espectro del Autismo
Convierte el TEA en tu mejor arma, úsalo como armadura
24/01/2020
Blanca Abella - Imágenes: Jorge Villa
Ignacio es el autor de ‘L@s autistas también queremos estar cerca’, un libro testimonial que recoge sus principales reflexiones en torno al TEA (Trastorno del Espectro del Autismo). Dice que quiere romper falsos mitos, porque no es verdad que las personas con TEA quieran estar solos, pero también desea denunciar el maltrato, acoso y discriminación, que es demasiado común entre los menores con TEA. Él ya está mejor a pesar de haber sufrido mucho, pero quiere llevar su palabra donde sea necesario y hacer visible una discapacidad que sobre todo choca con la barrera de la incomprensión.
Desde muy pequeño Ignacio sabía que era un chico distinto, pero solía apreciarlo con mayor intensidad en los momentos difíciles. “Yo me notaba diferente, era más débil y tenía más miedo a la gente, y la gente se ponía muy agresiva conmigo... tenía mucha debilidad y eso hacía que se metieran más conmigo, porque veían que podían”. Así transcurrió una parte de su infancia y adolescencia, soportando un acoso terrible que todavía no es capaz de olvidar, de hecho, califica los recuerdos de su etapa escolar con una respuesta inmediata y contundente: “Muy mal”.
“Sufrí un bullying muy, muy fuerte, especialmente en los dos últimos colegios, a partir de los nueve años, muchísimo bullying, tanto verbal, como social, como físico”, relata Ignacio, que ahora es capaz de describir ese sufrimiento con tranquilidad y con cierta severidad.
De su etapa escolar apenas recuerda nada más, nunca tuvo el apoyo o compresión de los profesores, "es más algunos de ellos se reían y animaban a los chicos que me acosaran, les decían, a ver si le dais más caña al puerro"... Así le llamaba un profesor, porque le parecía muy gracioso.
A pesar de ser buen estudiante, Ignacio repitió dos veces el segundo curso de bachiller: “Me costó mucho porque es un curso muy difícil y porque tuve algunas crisis psicológicas, de grandes depresiones, malestar muy grande, miedo muy grande, ansiedad muy grande…”. Y fue también entonces cuando recibió el diagnóstico de Asperger, que sin embargo supuso para él un cierto alivio pues daba sentido a muchas cosas.
Juego de tronos
En la universidad las cosas fueron cambiando, aunque tampoco fue fácil, sufrió otro tipo de acoso que se traduce sobre todo en aislamiento social. Ocurría, por ejemplo, según relata Ignacio, “cuando todos los de tu universidad quedan, o se citan para algo, y a ti te apartan, te dejan a un lado porque piensan que eres una molestia, una carga”.
En un momento dado, Ignacio decidió que lo mejor era explicarle a la gente cuál era su realidad, asegura que el principal problema era que “si no cuentas que eres TEA, la gente lo acaba notando y piensan que no eres normal”. Su decisión se hizo firme justo después de sufrir un incidente muy desagradable con unas chicas: “Me pidieron que no las molestara, que no me acercara a ellas por si les iba a contagiar algo... lo pasé tan mal que entonces intenté hacer como decía Tyrion Lannister, en Juego de Tronos, conviértelo en tu mejor arma, así nunca será tu punto débil, úsalo como armadura y nadie podrá utilizarlo para herirte".
“Y entonces empecé a hablar mucho sobre Asperger, hasta conseguir que ya no duela, es algo que llevo de manera orgullosa”
El primer paso fue acudir al departamento de atención a la discapacidad de la Universidad y solicitar su colaboración. A continuación, los especialistas del departamento organizaron unas charlas en su aula para explicar lo que es el TEA y cómo actuar ante una persona como Ignacio. “Algunas personas pasaron de mí, como es lógico, están en su derecho, pero hubo gente que se acercó, hicimos buenas migas y con algunos mantengo relación...”
Activismo
Tras terminar la carrera de biológicas y comprobar las dificultades de acceso al empleo, Ignacio decidió seguir estudiando y se decantó por Farmacia, en la que sigue actualmente con la esperanza de lograr acabarla en pocos años y encontrar un trabajo, porque ya lo necesita, le apetece y cree que le vendrá bien.
Ahora su dedicación a Farmacia es casi total, pero ha pasado unos años de activismo en los que ha llevado la bandera del TEA con ese orgullo del que antes hablaba, eso sí, desmontando también algunos tópicos y falsedades que le molestan particularmente. “Se tiende a decir que la gente con asperger somos todos muy buenos, y no es verdad, he visto asperger que mienten o que tienen mala leche, pero somos más normales de lo que la gente piensa, creen que somos buenos porque tenemos discapacidad y por eso somos buenas personas, y no es verdad, se tiende a infantilizar y decir que somos buenos, como niños”
Y en cuanto a sus relaciones sociales, durante sus primeros años de universidad Ignacio salía con los compañeros de clase, “al principio no me apetecía relacionarme con asperger, primero porque éramos gente muy dispar y diferente, segundo porque yo quería un grupo de chicos y chicas y los asperger son casi todos chicos, por eso, hasta los 28 años he ido sobre todo con gente de la universidad y luego con asperger, porque es más fácil con ellos, que con la gente neurotípica (los que no son TEA)”.
Y en su afán por difundir el mensaje de las personas con TEA y luchar contra la discriminación, Ignacio entró en las juventudes socialistas, pero la experiencia no fue nada enriquecedora y apenas quiere recordar esa etapa, en todo caso lo hace para denunciar lo que le ocurrió: “Salí muy mal de allí porque me dijeron que mi activismo en TEA era una tontería, que había que preocuparse de otros colectivos más importantes y me enfadé mucho porque decían que estaba obsesionado y que no era un tema suficientemente importante para España”.
Pero su activismo le ha llevado también a las fundaciones y asociaciones de discapacidad, que es donde mejor pueden entender su voluntariado y donde también es necesario. Así, ha dado charlas para
Autismo España y colabora con la
Fundación Ángel Rivière, además, como le gusta leer y escribir, ha participado en repetidas ocasiones, desde 2014, en ‘
Autismo diario’, publicando artículos y relatos que al final ha reunido en un libro que acaba de ser editado y recoge este testimonio vital de Ignacio. ‘L@s autistas también queremos estar cerca’ es un libro que Ignacio ha querido publicar con la idea de combatir el falso mito de que los autistas quieren estar solos y no tienen sentimientos. Porque las personas con TEA se distinguen por tres rasgos característicos, según explica el propio Ignacio: Falta de habilidades sociales, rigidez en el comportamiento y una necesidad de rutina. Aunque finalmente apunta, además, la presencia de intereses restringidos.
Un futuro más tranquilo
Hoy por hoy, Ignacio está centrado en sus estudios, quiere terminar y ponerse a trabajar. Asegura que le queda toda la vida por delante para seguir con el activismo, que ahora con el libro cierra de alguna manera esa etapa porque se tiene que centrar en su carrera y en el trabajo, “aunque siempre busco un hueco para dar charlas, entrevistas, etc.”
Eso sí, al mismo tiempo continuará cultivando sus relaciones sociales, de las que disfruta ahora con más tranquilidad y seguridad: “Cuando tenía 20 años creía que tener muchos amigos era lo mejor, ahora tengo cinco buenos amigos y es mucho mejor, estoy bien con ellos”.
Y entre los estudios y las amistades, a Ignacio le queda hueco para acudir regularmente al especialista que le ayuda a superar sus problemas de ansiedad y depresión, a manejar las crisis que debe superar periódicamente y que son la causa directa del aumento en el grado de discapacidad que tiene actualmente.
Hablamos de barreras y obstáculos, un asunto habitual cuando se trata de discapacidad, y nos dice Ignacio que el principal obstáculo que él ha identificado al ser TEA es la incomprensión de la gente, “la dificultad de la gente para comprenderme”.
El pasado año, en la I Edición Premios Autismo España, Ignacio Pantoja, recibió el premio a la Trayectoria Personal, por su contribución para hacer visible la realidad, necesidades y demandas de las personas con TEA, así como su implicación en la reivindicación de sus derechos y de la defensa de la igualdad y del valor que las personas con autismo aportan a la sociedad. También ha querido reconocer su compromiso personal con la divulgación de una imagen positiva y ajustada a la realidad del colectivo, contribuyendo así a desmontar mitos y falsas creencias y mostrando con orgullo su condición de persona con autismo.